La magia de los títeres en el universo infantil



Teatro infantil de mesa de la editorial Seix y Barral, similar al que pudo tener Falla siendo niño, hacia. 1915. Colección particular.

Manuel de Falla estuvo familiarizado desde niño con el mundo de los títeres. Durante su infancia en Cádiz asistiría a las representaciones de la Tía Norica, una compañía de origen italiano muy arraigada en la cultura popular de la ciudad. Siendo adulto, el músico reveló en varias ocasiones —mediante hechos y palabras— su sensibilidad hacia esta tradición titiritera, célebre por sus muñecos de corte sainetesco, pero también por sus canciones, sus burlas, sus diálogos con el público y su tendencia a la improvisación.

Además, desde los nueve años Falla tuvo su propio teatrito de marionetas, en el que invertiría numerosas horas de juego. Sus primeras representaciones las haría en la intimidad del hogar, ante la sola presencia de su hermana María del Carmen, seis años menor que él. Entre las historias que llevó a escena, el músico recordaba con particular emoción la recreación de las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza. ¿Empezaba a prefigurarse aquí, en estado embrionario, la génesis de El retablo de maese Pedro? Sea como fuere, está claro que el Quijote anidaba ya en el alma del artista.

2. Un Quijote inagotable para Manuel de Falla